El cuerpo humano posee una capacidad innata de regeneración. Sin embargo, hay tejidos —como el óseo, especialmente en zonas complejas como los maxilares— donde esa capacidad natural resulta limitada. Esto supone un desafío para muchas personas que, tras perder piezas dentales, no pueden someterse a implantes por falta de hueso suficiente.
Hoy, la ciencia empieza a ofrecer una alternativa esperanzadora: utilizar las propias células madre del paciente para estimular la regeneración ósea. Y lo más prometedor es que esta posibilidad ya no pertenece al futuro, sino al presente.
Recientemente se han publicado los resultados de un ensayo clínico internacional financiado por la Unión Europea a través del programa Horizon 2020, en el que han participado equipos de Francia, Alemania, Dinamarca y Noruega, junto con dos centros españoles: la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universitat Internacional de Catalunya (UiC). Por primera vez, se ha demostrado en pacientes el beneficio de una terapia pionera basada en células madre implantadas en un sustituto óseo sintético, una combinación que ha logrado una regeneración del hueso significativamente superior a la obtenida con los métodos tradicionales.

El ensayo, de fase 2, ha sido liderado por el profesor Mariano Sanz, catedrático de la UCM y una de las voces más reconocidas en el ámbito de la periodoncia y la implantología. Su grupo de investigación lleva años explorando formas de estimular los mecanismos naturales de regeneración del hueso, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes. “Queremos que el hueso sea capaz de reconstruirse tridimensionalmente, recuperando su forma, su fuerza y su función”, explica el profesor Sanz. “De ese modo, el paciente puede recibir implantes dentales en la posición ideal y recuperar no sólo la función masticatoria, sino también la estética y la confianza en su sonrisa.”
El estudio comparó la nueva terapia celular —que utiliza células mesenquimales autólogas tomadas de la cresta ilíaca, en la cadera— con la técnica más habitual: un injerto de hueso del propio paciente. Los resultados, publicados en Clinical Oral Implants Research, muestran que la reconstrucción tridimensional del hueso fue casi el doble en el grupo tratado con células madre.
Más allá de los números, este avance abre una puerta hacia una nueva forma de entender la salud: la medicina que estimula al cuerpo a curarse a sí mismo. Las células madre actúan como un catalizador biológico que despierta el potencial regenerador del organismo. En este caso, se implantan en un sustituto óseo sintético bioabsorbible, una especie de andamiaje que se integra en el cuerpo y desaparece gradualmente, dejando en su lugar hueso vivo, funcional y natural.
El uso de materiales sintéticos ofrece, además, ventajas en términos de sostenibilidad y seguridad, ya que evita recurrir a tejidos animales o humanos. “Estos sustitutos se pueden fabricar industrialmente con las propiedades físico-químicas ideales para favorecer la regeneración”, explica Sanz.
Aunque los resultados son muy prometedores, el camino hacia la aplicación clínica generalizada todavía enfrenta barreras regulatorias y costes elevados. Por eso, los investigadores ya trabajan en estrategias que permitan simplificar y abaratar estos tratamientos. Entre las nuevas líneas de investigación destaca el uso de células madre alogénicas —provenientes de bancos celulares, no del propio paciente— o incluso el empleo del secretoma, es decir, las sustancias que las células secretan y que contienen sus propiedades regenerativas. Estas alternativas permitirían evitar extracciones invasivas y reducir costes, haciendo posible que este tipo de terapias lleguen a más personas.
“El objetivo final es lograr que la regeneración ósea personalizada sea una realidad cotidiana, no un lujo de laboratorio”, afirma el profesor Sanz. “Queremos que el paciente recupere su funcionalidad, su bienestar y su calidad de vida de forma natural.”
El avance de la biotecnología está cambiando el paradigma del cuidado de la salud: del tratamiento al entrenamiento de la capacidad regenerativa del organismo. Terapias como esta abren la puerta a una odontología más respetuosa con el cuerpo, más biológica y más consciente. Quizá en unos años, regenerar un hueso —igual que hoy regeneramos músculo o piel— deje de ser un reto quirúrgico para convertirse en un proceso natural, guiado por la inteligencia del propio cuerpo.