Alcohol: el dilema del bienestar entre salud física y salud social

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En los últimos años, la presencia de bebidas alcohólicas en centros de wellness y clubes de fitness ha generado un debate creciente sobre la coherencia entre promover la salud integral y ofrecer productos que pueden comprometerla. Mientras que socializar es clave para el bienestar emocional, el consumo de alcohol plantea interrogantes sobre su compatibilidad con un estilo de vida saludable.

¿Cómo es posible que las mismas personas puedan estar entrenando fuerte con obsesión por su físico y horas después estén tomando alcohol sin control?

La vida social activa es reconocida como un pilar fundamental para la salud mental. Eventos, celebraciones y encuentros en espacios de bienestar a menudo incluyen bebidas alcohólicas como parte de la experiencia. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que el consumo de alcohol, incluso en cantidades moderadas, puede tener efectos adversos en la salud física, incluyendo el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, trastornos hepáticos y ciertos tipos de cáncer.

La relación entre el consumo de alcohol y el cáncer ha sido objeto de creciente atención en campañas de sensibilización en España y a nivel internacional. Diversas iniciativas han destacado que incluso el consumo moderado de alcohol puede aumentar el riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer.​

Por ejemplo, la Dirección General de Salud Mental de las Illes Balears ha organizado acciones para que la ciudadanía identifique si su consumo de alcohol es de riesgo, destacando la relación del alcohol con el daño cerebral y el deterioro de la salud mental.

A nivel nacional, el Ministerio de Sanidad ha lanzado campañas como «No te pierdas nada. Reduce el consumo de alcohol», enfatizando que el consumo de alcohol está asociado al desarrollo de más de 200 problemas de salud, incluidos varios tipos de cáncer y lesiones, así como a muerte prematura.

​Asimismo, la campaña «Redefinir el alcohol para una Europa más sana, segura y feliz» destaca que el alcohol está relacionado con más de 200 enfermedades, entre ellas al menos siete tipos de cáncer, incluidos el cáncer de mama y el de colon. ​ La Sociedad Española de Epidemiología también ha puesto en marcha campañas para recordar que no hay consumo de alcohol seguro y reclama mecanismos para desnormalizar su consumo.  

A nivel internacional, el cirujano general de Estados Unidos, Vivek Murthy, ha solicitado que las botellas de alcohol incluyan advertencias sobre el riesgo de cáncer, destacando evidencias científicas que vinculan el consumo de alcohol con al menos siete tipos de cáncer: mama, colorrectal, esófago, laringe, hígado, boca y garganta.

Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) han instado a concienciar sobre el vínculo entre el alcohol y el cáncer, señalando que reducir el riesgo de cáncer significa identificar y limitar la exposición a carcinógenos, como el alcohol.

Estas iniciativas reflejan un consenso creciente en la comunidad científica y médica sobre la necesidad de informar al público acerca de los riesgos asociados al consumo de alcohol, incluso en cantidades moderadas, y su relación con el desarrollo de diversos tipos de cáncer.​

El neurólogo Vladimir Martynov ha señalado que a partir de los 50 años, el consumo de alcohol tiene efectos significativamente más nocivos sobre el cerebro, aumentando el riesgo de desarrollar depresión y demencia. Por su parte, el epidemiólogo Iñaki Galán ha destacado que el acceso fácil y los bajos precios del alcohol contribuyen al problema del consumo en jóvenes, sugiriendo que aumentar el precio unitario podría reducir el consumo, especialmente entre los jóvenes.

La Generación Z muestra una tendencia a reducir el consumo de alcohol. Según el estudio ESTUDES, las intoxicaciones etílicas entre jóvenes de 14 a 18 años han bajado del 60.7% en 2012 al 20.8% en 2023. Esta reducción responde en parte a mayores campañas educativas sobre los riesgos del alcohol y la creciente popularidad de estilos de vida sin alcohol.

La presencia de alcohol en centros de wellness y clubes de fitness plantea un dilema entre fomentar la socialización y mantener la coherencia con los principios de salud integral. Si bien la interacción social es esencial para el bienestar mental, es crucial reconsiderar la inclusión de bebidas alcohólicas en estos entornos.

Promover alternativas saludables y educar sobre los riesgos asociados al consumo de alcohol puede ser un paso hacia una experiencia de bienestar más coherente y beneficiosa para todos.

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