“Somos lo que comemos”. Es lo que escuchamos y leemos constantemente. Y no hay verdad más absoluta que esta.
De hecho, lo que comemos está muy condicionado por nuestros genes. Ese es principio que defiende la nutrigenómica, un campo de estudio que analiza la forma en que nuestra composición genética puede influir en la manera en que nuestros cuerpos absorben y metabolizan los micronutrientes.
A partir de la conclusión del Proyecto del Genoma Humano en 2003, muchos científicos estudian el vínculo entre el genotipo único de un individuo y su nutrición.
Por ejemplo, los expertos han observado los llamado alimentos hiperoptimizados y la manera en que podrían afectar la salud de las personas. La idea es conseguir diseñar una dieta basada en nuestra genética, que garantice la longevidad y la buena salud.
Nuestra información genética contiene datos valiosos sobre nuestra predisposición a desarrollar ciertas enfermedades como el Alzheimer y la diabetes. Estudios recientes han descubierto que nuestra capacidad de absorber micronutrientes y vitaminas varía a nivel molecular según cada persona. Por ejemplo, un grupo de investigadores descubrió cuatro variantes de genes que podrían terminar la deficiencia de vitamina D, una carencia que incrementa el riesgo de trastornos músculo-esqueléticos, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
Los expertos consideran que la nutrigenómica es la siguiente frontera en la era post genómica. Las investigaciones actuales se dirigen a explicar, por un lado, cómo los individuos desarrollan diferentes respuestas a las mismas dietas, y por otro, la forma en que los micronutrientes en los alimentos son capaces de activar y desactivar genes específicos.
Los hallazgos en torno a estos factores reforzarán el papel de los alimentos y de la nutrición en la prevención de las enfermedades. Este es precisamente uno de los principios fundacionales de SHA, inspirado en las enseñanzas de Hipócrates, el padre de la Medicina: que el alimento sea tu medicina.
A medida que avanza la investigación básica, los expertos en nutrición de SHA diseñan dietas personalizadas, basadas en el historial familiar y clínico de cada huésped. Los tres menús que ofrecen en la clínica de bienestar, todos saludables, naturales, de origen natural y de proximidad, se personalizan al extremo para intentar conseguir ese efecto sanador de la nutrición.
No hay ningún misterio en el hecho comprobado de que a SHA se entra con unos valores en las analíticas y, dos semanas después, se sale con otros mucho mejores, gracias al abordaje integral de la salud, que está enmarcado por una nutrición altamente saludable e hiperpersonalizada.