Fotobiomodulación: una terapia emergente y prometedora, aún en desarrollo

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La fotobiomodulación (PBM), también conocida como terapia con luz de baja intensidad, está ganando visibilidad tanto en el ámbito médico como estético. Esta técnica no invasiva consiste en aplicar luz en longitudes de onda específicas —como la luz roja o infrarroja— sobre la piel, con el objetivo de estimular procesos celulares y favorecer la regeneración tisular. Aunque su nombre pueda parecer sacado de la ciencia ficción, la fotobiomodulación tiene fundamentos fisiológicos bien documentados y aplicaciones terapéuticas en evaluación desde hace décadas.

El principio básico de esta terapia se centra en la interacción de la luz con las mitocondrias, las centrales energéticas de nuestras células. Al recibir luz en determinadas frecuencias, especialmente entre los 600 y 1000 nanómetros, las mitocondrias pueden aumentar la producción de adenosín trifosfato (ATP), la principal fuente de energía celular. También se ha observado un aumento en la liberación de óxido nítrico, lo que favorece la vasodilatación y mejora la circulación sanguínea.

Este tipo de estimulación puede desencadenar procesos reparadores en los tejidos, como una mejor regeneración celular, mayor síntesis de colágeno, reducción de mediadores inflamatorios y alivio del dolor.

Aplicaciones clínicas y estéticas con respaldo parcial

Numerosos estudios, especialmente en el campo de la fisioterapia y la dermatología, respaldan el uso de la fotobiomodulación en condiciones como:

  • Lesiones musculares y articulares: Se ha mostrado útil para aliviar dolor crónico o agudo asociado a artritis, tendinitis o lesiones deportivas, y acelerar la recuperación muscular postejercicio.
  • Cicatrización de heridas: Algunos ensayos han demostrado que puede acelerar el cierre de heridas y úlceras, especialmente en pacientes con mala cicatrización (como los diabéticos).
  • Dolor neuropático: Se está estudiando su uso para aliviar formas de dolor difícil de tratar con fármacos convencionales.
  • Tratamientos dermatológicos: La PBM puede favorecer una ligera mejoría en el tono y la textura de la piel, y se explora su papel complementario en acné, psoriasis o dermatitis, aunque no sustituye los tratamientos médicos establecidos.

En el ámbito estético, su aplicación se ha extendido como complemento para mejorar la elasticidad cutánea, atenuar líneas de expresión y, en ciertos casos, estimular el crecimiento capilar. Sin embargo, estos beneficios suelen ser modestos, graduales y dependientes del protocolo utilizado. Aún se necesitan estudios de mayor calidad metodológica para consolidar muchas de estas indicaciones.

¿Tiene efectos a nivel sistémico?

Aunque algunos defensores de la fotobiomodulación sostienen que sus efectos se extienden a todo el cuerpo —incluyendo beneficios sobre el sistema inmunológico, el estrés o el sueño—, estas afirmaciones no cuentan todavía con suficiente evidencia clínica en humanos. Existen estudios preliminares, sobre todo en animales y modelos celulares, que sugieren un potencial prometedor en salud mental o trastornos neurodegenerativos, pero aún no han sido validados por la comunidad científica con ensayos controlados y a gran escala.

Seguridad y dispositivos para uso domiciliario

Una de las ventajas más valoradas de la fotobiomodulación es que se trata de una técnica no invasiva, indolora y, en general, segura cuando se aplica correctamente. Los efectos secundarios son escasos y leves (como enrojecimiento o calor en la zona tratada), aunque la seguridad depende del tipo de dispositivo, la longitud de onda empleada, la dosis y la duración del tratamiento.

Existen dispositivos portátiles disponibles para uso doméstico, pero no todos tienen respaldo científico ni pasan controles de calidad médica. Se recomienda precaución y consultar con un profesional de salud antes de iniciar cualquier tratamiento (es preferible acudir a un centro médico o wellness con aparatología profesional), sobre todo si se padecen enfermedades crónicas, se toman fotosensibilizantes o se tiene historial oncológico.

¿Cuántas sesiones son necesarias?

La respuesta varía en función del objetivo terapéutico, la condición a tratar y la respuesta individual. En general, la fotobiomodulación es un tratamiento acumulativo, por lo que requiere varias sesiones (a veces de 6 a 12 o más) para obtener beneficios visibles. No es una terapia de resultados inmediatos ni garantizados para todos los pacientes.

La fotobiomodulación es una técnica terapéutica con fundamentos fisiológicos sólidos y aplicaciones médicas que están siendo investigadas activamente. Existen usos bien respaldados, especialmente en el manejo del dolor y la regeneración tisular, mientras que otros —como sus efectos estéticos, neuropsicológicos o sistémicos— aún requieren evidencia más robusta para considerarse concluyentes.

Como toda herramienta en el ámbito de la salud, debe emplearse con criterios clínicos, evitando caer en promesas exageradas. La ciencia aún está escribiendo el capítulo definitivo sobre su potencial real.

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