Cuando el verano no es tan feliz: adicciones, desconexión emocional y el lado oscuro del ocio

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El verano es, para muchos, sinónimo de libertad, descanso y desconexión. Pero cuando esa búsqueda de placer se convierte en una carrera constante por la validación social y el estímulo inmediato, el resultado puede ser muy distinto al bienestar. En esta época del año aumentan los comportamientos de riesgo y, en muchos casos, las recaídas en adicciones, una realidad que preocupa especialmente a los profesionales de salud mental y bienestar emocional.

«No solo se trata de pasarlo bien, sino de aparentar que se está viviendo el mejor verano de todos», alerta María Quevedo, directora de tratamiento de la Clínica RECAL, especializada en la rehabilitación de adicciones. La presión por mostrar una vida perfecta en redes, unida a la relajación de las rutinas y la menor carga de responsabilidades, puede generar un terreno fértil para el consumo impulsivo de alcohol, drogas o incluso el abuso de tecnologías y compras.

El lado invisible del verano

Aunque muchas personas viven el verano como un paréntesis placentero, también puede ser un momento de especial vulnerabilidad. El exceso de tiempo libre, el ocio nocturno, la normalización del consumo y la desconexión emocional crean un cóctel que potencia los excesos.

«La desconexión que se busca puede acabar convirtiéndose en una desconexión emocional que nos deja más vulnerables a cualquier impulso o exceso», advierte Quevedo. Entre las adicciones más comunes durante el verano se encuentran el alcohol, el cannabis, la cocaína, el uso compulsivo del smartphone y las redes sociales, así como la adicción a las compras. La necesidad constante de estímulos y la exposición a vidas aparentemente perfectas en redes sociales no solo generan frustración, sino también una peligrosa sensación de insatisfacción permanente.

Desde Clínica RECAL señalan que cada verano aumenta el número de personas que solicitan ayuda, ya sea por recaídas o por primeros episodios de consumo problemático detectados por familiares. “Muchas llegan después de una fiesta, un viaje o una situación que se va de las manos”, explican.

¿Qué podemos hacer para prevenir?

María Quevedo insiste en que el verano también necesita límites: «La idea de que todo vale porque estamos de vacaciones puede ser muy peligrosa, especialmente para quienes están atravesando una etapa de fragilidad emocional o en proceso de recuperación.» La clave, dicen los expertos, no está en prohibirse disfrutar, sino en cultivar un disfrute más consciente, conectado y equilibrado.

Algunas recomendaciones del equipo de RECAL para reducir el riesgo de recaídas o abusos en verano incluyen:

  • Romper con la rutina de forma saludable: pasear, hacer planes con personas de confianza o explorar hobbies pendientes ayudan a gestionar mejor el tiempo libre.
  • Practicar deporte: el ejercicio físico estabiliza el estado emocional y mejora la salud mental.
  • Reducir el consumo digital: el exceso de redes sociales puede alterar nuestro equilibrio emocional. Tomarse descansos del móvil puede devolvernos la calma.
  • Fomentar el ocio consciente: leer, pintar, tocar música o simplemente descansar con calidad ayudan a reconectar con uno mismo.

Y sobre todo, pedir ayuda sin esperar al final del verano. “Lo que empieza como un exceso puntual puede convertirse en algo más serio si no se detecta a tiempo”, afirma Quevedo.

Una conversación puede marcar la diferencia

Estar atentos a los cambios de comportamiento, respetar los propios límites y cultivar espacios de bienestar emocional son estrategias clave para un verano más consciente. A veces, todo comienza con una conversación honesta, sin juicios ni etiquetas. Si hay dudas, buscar orientación profesional puede ser el primer paso hacia la recuperación.

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