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Actualidad, NUTRICIÓN

Microalgas: un mundo tan invisible como potente

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Las microalgas son unos de los organismos más pequeños de la Tierra, pero su impacto y potencial son gigantescos. Estos diminutos seres, invisibles a simple vista, pueden ayudar a descontaminar el medio ambiente, capturar dióxido de carbono (CO2) y contribuir significativamente a la lucha contra el cambio climático. Además, se perfilan como una solución sostenible en diversos campos, como la producción de biocombustibles y la mejora de alimentos y cosméticos.

Existen más de 50,000 especies conocidas de microalgas, distribuidas en mares, aguas dulces y hasta en aguas residuales. Son organismos unicelulares que aparecieron en la Tierra hace más de mil millones de años, y aunque su tamaño se mide en micras, su función es esencial en muchos ecosistemas, actuando como base de numerosas cadenas alimentarias. Hoy, su papel no solo se centra en la naturaleza, sino que están siendo estudiadas como una herramienta clave en diversas industrias, desde la energía renovable hasta la alimentación.

El uso de las microalgas como herramienta para frenar el cambio climático se debe a su capacidad para absorber grandes cantidades de CO2 a través de la fotosíntesis. De hecho, se estima que son responsables de alrededor del 50% de la fotosíntesis global, lo que las convierte en un recurso natural valioso en la batalla contra las emisiones de gases de efecto invernadero. Milagros Rico Santos, doctora en Ciencias Químicas y profesora en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, destaca el potencial de las microalgas para «capturar fotosintéticamente alrededor de 100 gigatoneladas de CO2 al año». Además, al convertir este dióxido de carbono en biomasa, las microalgas pueden ser aprovechadas para producir biocombustibles, un recurso renovable y de bajo impacto ambiental.

Otro aspecto fascinante de las microalgas es su capacidad para purificar aguas residuales. Rico señala que estos organismos pueden eliminar contaminantes presentes en los efluentes de industrias y áreas urbanas, actuando como agentes de biorremediación. Esto es especialmente relevante en un contexto en el que los recursos hídricos se vuelven cada vez más escasos debido al crecimiento de la población mundial y los efectos del cambio climático.

Pero las microalgas no solo están ganando terreno en el ámbito medioambiental; también se perfilan como una prometedora fuente de proteínas y otros nutrientes esenciales. Con una población global en constante expansión, la producción de alimentos tradicionales como la ganadería o la pesca enfrenta limitaciones, y aquí es donde las microalgas presentan una alternativa atractiva. Son ricas en proteínas de alta calidad, aminoácidos esenciales, ácidos grasos omega 3, y vitaminas D, K y B12, lo que las convierte en una fuente de nutrientes completa y sostenible.

Sin embargo, la aceptación de las microalgas como alimento humano no está exenta de retos. A pesar de que investigaciones como el proyecto ProFuture, parte del programa Horizonte 2020 de la Unión Europea, han demostrado su capacidad para enriquecer productos alimenticios como panes o cremas, la percepción de los consumidores sigue siendo una barrera a superar. El Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC) señala que la inclusión de un pequeño porcentaje de microalgas en productos puede alterar su textura, color y sabor, lo que afecta la aceptación del público. Aun así, aquellos más conscientes de los beneficios para la salud parecen estar más dispuestos a incorporar microalgas en su dieta.
En la actualidad, varios proyectos de todo el mundo (desde los desarrollados por el Banco Español de Algas hasta ProFuture, a nivel europeo, pasando por otros de iniciativas privadas) trabajan para estudiar las posibilidades de incluir microalgas en diferentes sectores y productos.

Además de sus aplicaciones en la alimentación y la biorremediación, las microalgas tienen un papel cada vez más relevante en la industria cosmética. Gracias a su alto contenido en vitaminas, antioxidantes y minerales, las microalgas se utilizan para mejorar la textura e hidratación de la piel, combatir la inflamación y proteger contra los efectos dañinos de los rayos ultravioleta. Se encuentran en productos como mascarillas faciales, champús y cremas hidratantes, lo que demuestra su versatilidad y potencial en este sector.

Finalmente, el uso de microalgas en la producción de biocombustibles y bioplásticos está despertando un interés creciente. Estos organismos permiten obtener productos energéticos de forma más sostenible, sin depender de fuentes fósiles. Esto los convierte en una pieza clave en la transición hacia energías más limpias y la reducción de la dependencia de los combustibles convencionales.

En conclusión, las microalgas, aunque pequeñas, son un recurso con un inmenso potencial. Su capacidad para descontaminar, capturar CO2, mejorar alimentos y cosméticos, y proporcionar soluciones sostenibles en diversas industrias las convierte en un recurso clave para el futuro. Con avances tecnológicos y cambios en la percepción social, podrían desempeñar un papel central en la creación de un mundo más verde y saludable.

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