La salud del planeta y la salud humana son dos caras de la misma moneda. Y cada vez más científicos coinciden en que proteger una implica necesariamente cuidar la otra. Así lo subraya un reciente llamamiento internacional firmado por 43 investigadores de cinco continentes, publicado el pasado 4 de noviembre de 2025 en la revista Environmental Sciences Europe. Coordinado por el profesor Gilles-Éric Séralini, el manifiesto propone una auténtica revolución en la forma en que entendemos la toxicología, la agricultura y la alimentación.
Durante décadas, los productos químicos derivados del petróleo —pesticidas, plastificantes y otros aditivos— han formado parte de nuestro entorno y de la cadena alimentaria. Sin embargo, la comunidad científica advierte que la evaluación actual de su seguridad es insuficiente y no refleja el impacto real de las exposiciones crónicas, combinadas y de baja dosis que sufrimos a diario.
“Nos enfrentamos a una epidemia silenciosa de contaminación química”, señala la Dra. Angelika Hilbeck, bióloga del ETH de Zúrich. “Las enfermedades crónicas aumentan, la biodiversidad se reduce y la confianza en la ciencia necesita ser restaurada desde la transparencia y la ética”.

Hacia una ciencia más humana y transparente
El artículo propone una revisión profunda de la manera en que se evalúan los riesgos tóxicos. Los investigadores defienden que la ciencia debe volver a ser un bien público, libre de conflictos de interés y accesible a todos. Reclaman que se estudien las formulaciones completas de pesticidas y compuestos químicos —no solo sus ingredientes activos— y que los resultados de estos estudios sean públicos, para garantizar decisiones más seguras tanto para las personas como para el planeta.
Para los expertos, la transición hacia una agroecología regenerativa es una de las vías más eficaces para restaurar el equilibrio perdido. Este modelo de producción prioriza la salud del suelo, la biodiversidad y la calidad nutricional de los alimentos, y se apoya en la colaboración entre agricultores, científicos y consumidores conscientes.
Alimentación consciente: bienestar desde la raíz
Los estudios demuestran que los alimentos procedentes de la agricultura ecológica y regenerativa contienen menos residuos tóxicos y favorecen una mejor salud metabólica, inmunológica y emocional. Incorporar productos frescos, de temporada y cultivados de manera sostenible no solo mejora nuestro bienestar físico, sino que también tiene un impacto positivo en la salud mental y en la sensación de conexión con el entorno.
“El futuro de nuestra alimentación depende de una reconciliación entre la ciencia, la ética y la salud”, resume el Prof. Séralini. “Cuidar la Tierra es cuidar de nosotros mismos. La agroecología es una vía de esperanza y equilibrio”.
En tiempos en que la longevidad, la vitalidad y el bienestar se han convertido en valores esenciales, repensar lo que comemos y cómo lo producimos deja de ser una cuestión técnica para convertirse en una decisión de vida. Porque, al final, el bienestar verdadero no se mide en calorías, sino en coherencia: con el cuerpo, con la mente y con el planeta que habitamos.