Golf, un deporte que rejuvenece: cuerpo y mente activa, en compañía y en la naturaleza

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El rostro del golf ha cambiado más en los últimos cinco años que en los cincuenta anteriores.
Las cifras más recientes de participación revelan una diversidad sin precedentes en este deporte tradicionalmente percibido como exclusivo.

Los datos de cierre de 2024 muestran que más de una cuarta parte de los golfistas en campos de Estados Unidos son mujeres o personas racializadas (afroamericanas, asiáticas o hispanas): dos grupos históricamente infrarrepresentados en el golf, pero que hoy impulsan su renovación y crecimiento.

Entre los 28,1 millones de estadounidenses que jugaron golf en un campo en 2024 —la cifra más alta desde 2008—, el 28% eran mujeres y el 25% personas de color, los mayores porcentajes registrados hasta la fecha.
Estas cifras, no excluyentes entre sí, reflejan la evolución continua de la base de jugadores, especialmente si se comparan con los referentes históricos del deporte.

Un crecimiento sostenido y diverso

El aumento ha sido especialmente notable en los últimos años.
Desde el inicio de la pandemia, se ha registrado un incremento neto de 2,3 millones de mujeres y 2,1 millones de golfistas de color jugando en campos.
Las mujeres y las niñas han sido particularmente influyentes en este resurgir del golf, representando aproximadamente el 60% del crecimiento total de jugadores desde 2019.
La población femenina golfista alcanza hoy los 7,9 millones, una cifra récord.

En 2012, las mujeres representaban solo el 20% de los golfistas en campo. Esa menor proporción coincidió con los efectos de la Gran Recesión, cuando muchas familias afrontaron dificultades económicas, menos tiempo libre y mayores exigencias laborales.

La diversidad racial y étnica ha crecido todavía más de forma sostenida.
En 2024, había casi 7 millones de golfistas afroamericanos, asiáticos e hispanos, también una cifra histórica.
En 1990, las personas de color representaban solo el 8% de los jugadores; en el año 2000, gracias en parte al fenómeno Tiger Woods, ese porcentaje subió al 16%.

Este cambio refleja la evolución demográfica general de Estados Unidos, cada vez más diversa. En el año 2000, las personas de color constituían el 30% de la población mayor de seis años; hoy, superan el 40%.

Un deporte más inclusivo, también fuera del campo

La diversidad es aún mayor entre quienes practican el golf fuera de los campos tradicionales —ya sea en simuladores, instalaciones tecnológicas o espacios de ocio deportivo—.
Las mujeres representan el 43% de los más de 19 millones de estadounidenses que solo juegan golf en estas modalidades, mientras que las personas de color constituyen el 45%.

Estas formas alternativas de juego están ayudando a que más gente se inicie en el golf tradicional.
Muchos de los nuevos jugadores que llegan a los campos lo hacen después de ganar confianza golpeando bolas en un driving range tecnológico, un simulador o un espacio de entretenimiento tipo Topgolf.

Más allá de las cifras, el golf se ha consolidado como un deporte ideal para la salud física y mental, especialmente en adultos y personas que buscan longevidad activa.
Su práctica al aire libre, en contacto con la naturaleza y con un riesgo de lesiones bajo y controlado, favorece el movimiento constante, el equilibrio, la coordinación y la concentración mental.

Caminar entre 6 y 10 kilómetros por jornada, mantener una respiración consciente, activar la circulación y entrenar la paciencia convierten al golf en una forma de meditación en movimiento.
Además, el componente social del juego contribuye a reducir el estrés, mejorar el ánimo y fortalecer la conexión con otros, factores clave para una vida más larga y saludable.

El golf actual es un reflejo más fiel de la sociedad: diverso, inclusivo y abierto.
La industria está logrando atraer nuevos perfiles, romper estereotipos y demostrar que este deporte, practicado en plena naturaleza, es uno de los aliados más poderosos del bienestar y la longevidad.

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